Si Evita viviera, sería montonera, dicen unos.
Si Evita viviera, sería ricotera, dicen otros.
Sin duda, Eva Duarte de Perón, Evita, se ha convertido
en un mito de la historia argentina. En ciertas ocasiones, esos mitos
históricos, solo son reconocidos por la imagen, solo se le reconoce por su foto
pero ni siquiera pueden rescatar ni una frase o un pensamiento suyo. Lo mismo
ocurre con el Che, ícono de cuanta hinchada de futbol uno se ponga a observar,
tanto del país como del exterior.
Cuando sucede este fenómeno, es decir, el personaje de
la historia reciente alcanza la popularidad de una estrella de rock, diversos
sectores se la quieren adoptar como propia.
El gobierno cristinista tampoco ha podido zafar de
esta tentación. Proclamándose como un gobierno nacional y popular ha comenzado
a incorporar elementos de la liturgia peronista de la cual se venía resistiendo.
La propia Cristina Fernández ha tomado algunos modismos gestuales y tonos de
voz que hacen asemejarla. La duda está en saber si ese parecido es espontaneo o
inducido.
Pero para emular a los grandes de la historia y llegar
a asemejarse en su obra, se debe trabajar profundamente y a conciencia.
No por dejarme las patillas largas tendré la estatura
moral y la inteligencia estratégica de San Martín.
SALE ROCA, ENTRA EVITA
La única verdad es la realidad, ya lo decía Juan Perón
en décadas pasadas. Una economía que se desacelera, una inflación que preocupa
a todos los ciudadanos que la sienten en el bolsillo y a funcionarios que la
niegan. Las empresas empiezan a replantearse planes de producción que inciden
sobre la ocupación de la mano de obra. Una economía que comienza a cerrarse.
Importaciones de insumos básicos que ingresan a cuenta gotas.
En este escenario el gobierno ha empezado a realizar
hechos con alto contenido simbólico. Pero solo con lo gestual o simbólico no
alcanza.
El 26 de Julio, por ejemplo, se realizó el lanzamiento
de un billete de cien pesos en conmemoración de los sesenta años del
fallecimiento de Eva Duarte. Es un hecho simbólico que para algunos es un
reconocimiento muy merecido y para otros no tanto. Evita fue también eso, amor
y odio.
En dicho billete se cambia la cara del General Roca
por el de Evita. Lo que parecía ser solo una tirada de billetes conmemorativos
pasó a ser en ese acto, según el pedido de la Presidente Cristina Fernández, un
reemplazo definitivo de los antiguos billetes de cien pesos. Los argentinos nos
caracterizamos por impulsos de ese estilo. Lo transitorio se transforma en
permanente.
Estos impulsos tienen su lado de complejidad operativa.
Los cajeros automáticos tienen que adecuar sus sistemas porque de no hacerlo
los mecanismos actuales no los reconocen. Las medidas de seguridad de la
impresión, no son las indicadas por tanto deben modificar el billete
conmemorativo. Como dice la canción, lo atamos con alambre.
EVITA DEVALUADA
En términos reales de política monetaria, lo que
importa es el valor real del papel moneda. Obviamente, como consecuencia
directa de la impiadosa inflación, el poder adquisitivo de los trabajadores con
su billete de cien pesos va perdiendo terreno día a día al compás del aumento
de los precios, independientemente que tenga la cara de Roca o de Evita. Parece
confirmar que desde el gobierno nacional este problema no es reconocido.
Por otro lado, no me imagino a Evita entrando a una
cueva especulativa para ser cambiada por billetes verdes de mayor valor
efectivo, siendo víctima de la especulación financiera de los malos de la
economía. Como ejemplo de maldad económica, puede ser el de mi madre jubilada
que cuando le sobra algo de lo que cobra por sus servicios prestados al país
como maestra rural, intenta resguardar el valor real de su magra jubilación
comprando dólares. Hasta hace poco tiempo los podía comprar en el banco de enfrente
de su casa. Ahora eso está vedado. Está considerado casi como un acto
terrorista.
Las discusiones entre la Nación y la Provincia de
Buenos Aires siguen y perjudican de manera directa al ciudadano. El pago del
aguinaldo por fin se realizó con fondos del gobierno central. Estos fondos
fueron demorados de manera inexplicable. No les importa lo que le pasa al
ciudadano en su vida real.
En este contexto, el INDEC brinda estadística casi
cómicas. La economía real se planta y comienza a sobrevolar el fantasma de la
desocupación.
Si el ciudadano quiere ahorrar algo de sus ingresos ya
no lo puede hacer en dólares. Lo tendrá que hacer en pesos. Ojalá que estos
billetes, con la cara de Roca, Evita o Paturizu, puedan evitar todos estos
problemas.
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